Madurez. Amor y deseo:
sin espacio
ni tiempo
Madurez es algo más que vivir un tiempo,
es sentir el beso de la experiencia, su peso,
la madurez se lleva en el alma, en su cuerpo,
la vida se vive y exprime con calma, sin miedo,
nada asusta, salvo la indiferencia de los nuestros.
En la madurez el deseo es fuego dulce y lento,
sin embargo, el del alma es inmenso, sin tiempo,
llega a ser inalterable con desenfreno, imperecedero,
en la vida hasta se puede concebir el deseo sin amor,
es instinto de posesión, de calmar la sed de la pasión.
El deseo que nace del sexo sin amor,
es acto físico, rutinario, caduco,y hormonal,
lo despierta el instinto y la belleza pasajera,
fuego que concluye en orgasmos sin voz,
que se apaga sin más, cual llama de una vela,
con un simple y breve soplo de aire sin calor.
Sin embargo, no puedo y nunca podré asumir,
que se pueda, de verdad, amar, querer y sentir
desde dentro y por completo sin la fuerza del deseo,
al amor verdadero no lo limita la edad ni el tiempo,
en la madurez el sexo deja de ser un acto exterior
para ser sublime manifestación de arte en el interior.
para ser sublime manifestación de arte en el interior.
El deseo en la madurez es la voz que nace en el sentimiento,
que con experiencia reclama acoplarse a su molde perfecto,
voz que no calla, y brama, siendo eterno el grito de su tormento,
son como las ansías de mi alma por llevarte dentro, a mi universo,
el deseo que por ti siento es brasa que calienta sin pausas ni partes,
que no se apaga con un soplo de aire, pues se aviva y más fuerte arde,
es el deseo sin espacio ni tiempo que solo del verdadero amor nace.
Soy ese hombre que en la madurez te vive porque te
siente y te ama,
que se entrega con pasión, sin piedad a la fuerza poderosa
de tus armas,
humilde caballero que no toma por la fuerza, que no
asalta ni arrebata,
amarrado al suspiro incandescente del deseo, se
desliza por tu vientre,
con manos inconscientes moldea a su gusto los
contornos de tu cuerpo,
no da abasto, y son tus armas de mujer las que se
abren y no defienden,
entregándose mutuamente entre gozos y gemidos, entre
voces y suspiros.
Dos almas y una piel, dos cuerpos y un placer,
eso es el amor y el deseo sin espacio ni tiempo,
sexo que se
eleva como mástil del arte celestial,
caricias que doblegan, besos y actos que penetran,
contornos que
entre ellos se acoplan y mezclan,
apacibles
siluetas que rítmicamente salen o entran.
Amor mío, que todo eso logras hacer,
te siento en el cuerpo de mi alma,
te tengo en el alma de mi cuerpo,
te llevo en la esencia de mi sangre,
como un joven a quien su piel arde.
Te siento dentro de mis manos,
en los contornos de mis labios,
en el sabor de mis besos apasionados
en el dulce temblor de mis brazos,
en el ardiente sofoco de mis orgasmos,
esos que en plena madurez me provocas,
fruto del amor, del deseo sin edad, espacio ni tiempo.
AZULPLATA
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